28 Feb El beso de la muerte: una historia de desamor
El mate del beso de la muerte es uno de los primeros mates elementales que le enseñamos a los niños cuando empezamos a trabajar los finales. Ellos se lo pasan de maravilla simplemente aprendiendo el nombre que le damos y se ríen mucho cuando les decimos: «Y la dama se acerca y le da un besito al rey y le dice: ¡jaque mate!» Pero cuando tienen que aprenderlo es otra cosa.
Sin embargo, en temas de Ajedrez Educativo, podemos hacerlo de forma distinta y trabajarlo de una forma transversal, sacándolo de su ámbito de actuación y llevándolo a la expresión artística o a otros ámbitos. Por eso, hace muchos años escribí este cuento que espero que te guste y que puedas usar en tus clases. Yo incluso lo he usado para una representación de teatro con mis alumnos.
El beso de la muerte: una historia de amor
Cuenta la historia que hace mucho tiempo existía un reino (el reino blanco) donde reinaba un rey con un gran corazón. Era el rey tan bueno que no soportaba ver cómo sus súbditos pasaban hambre, porque el reino era tan pobre que no tenían nada para poder comer.
Tras mucho pensar en lo que podría hacer, llegó a la conclusión que no le quedaba más remedio que renunciar a su bien más preciado: su hija. Para poder dar de comer a sus súbditos la casaría con un rico heredero que diera como dote una inmensa fortuna.
La princesa, cuya belleza era legendaria, al oír la noticia de boca de su padre rompió a llorar porque ella estaba secretamente enamorada del capitán de la guardia. Tras explicárselo su padre, este le prometió que ella podría elegir entre todos los aspirantes y para ello mandó el siguiente mensaje a todos los reinos del mundo conocidos:
“Clodovico el rico hace saber que aquel que quisiera contraer nupcias con su bella hija Clarisa, la de la bella sonrisa, habrá de enviar un retrato de su persona, lo más fiel a la realidad que sea posible.”
Tras varias semanas recibiendo retratos, Clarisa finalmente eligió el de Feldespato, Morro de pato. El más bello rey jamás visto vestido de negro.
La recepción del ¿héroe?
El gran día llegó y Feldespato, Morro de pato, llegó al palacio con un gran séquito. Sonaron las fanfarrias en su honor. El puente bajó y las puertas del castillo se abrieron. El heredero se adentró en el salón del trono y al entrar la gente se quedó asombrada porque era… FEEEEOOOOO, como un demonio. Le salía pelo de las orejas; los ojos estaban llenos de verrugas; era tuerto, calvo, cojo y chepudo. Los labios parecían dos chorizos y la nariz la de buitre.
Al verlo, la dama se desmayó y el rey Clodovico el Rico entró en cólera. No era ni por asomo, como el bello adalid del retrato. Ante tal desatino, el rey blanco le inquirió: “Nos has engañado y no permitiré que mi dulce hija se case contigo.” Feldespato, Morro de Pato, le contestó: “Pero si el retrato es mi viva imagen. Tú me has prometido la mano de tu hija y tendrás que cumplir tu palabra.” Clodovico se negó y expulsó de su castillo a Feldespato.
Este, muy enojado, volvió a su castillo y reunió a sus mejores hombres: “Capitán, reúne a tus mejores hombres; ve al castillo del rey Coldivico y rapta a la princesa Clarisa, la de la bella sonrisa.”
El asalto
El capitán así lo hizo. Por sorpresa asaltó el castillo y llevó ante su rey a la princesa Clarisa.
Al llegar ante su presencia este le dijo: “Tú te vas a casar conmigo, pero será mañana. Mientras tanto dormirás en la más alta almena de mi lúgubre castillo, encerrada sin poder salir.”
Clarisa estuvo toda la noche llorando hasta que recordó lo que su aya le contó una vez. Si alguien quisiera hacerte daño, simplemente tendrás que usar este veneno para evitarlo. Tendrás que ponértelo en los labios y darle un beso de la muerte. Pero recuerda, ANTES DE DARLE EL BESO DE LA MUERTE TENDRÁS QUE PONERTE UN PROTECTOR en los labios, ya que si no tú también morirás.
El baile de la muerte
Así pues, Clarisa apareció a la mañana siguiente engalanada con el más bello vestido de novia que nunca se hubiera visto. El rey Feldespato, vestido de negro, apareció en mitad del salón del trono (un bello salón con un suelo de damero) y le dijo: “Bella Clarisa vas a ser mi esposa para toda la eternidad.” Pero ella le contestó: “Antes, quisiera bailar para saber si durante esa eternidad tendré algún entretenimiento.” Feldespato, que tenía fama de gran bailarín, aceptó sin dudarlo.
Al sonar la música, Clarisa se puso a una distancia en la que Feldespato no se le pudiera acercar, porque tenía una halitosis tremenda.
Y ahora simplemente tendría que dedicarse a seguirlo por el salón del trono. Dejarse llevar.
Y una vez el Feldespato, Morro de pato estuvo en una esquina del salón del trono, Clarisa, la de la bella sonrisa, decidió ponerse el protector.
Mientras tanto, la música seguía sonando y Feldespato, como era corto de vista no se daba cuenta de que Clarisa se había parado.
El beso mortal
Una vez tuvo puesto el protector, Clarisa se acercó a Feldespato y le dijo suavemente al oído:
“Con este beso que te he dado, te he matado.”
Y, acercando sus labios a los suyos, lo besó.
Y colorín colorado… con este beso he terminado 😉
Si lo que quieres es ganar, estos consejos has de recordar.
1. Tengo que colocar la Dama a una distancia que el rey contrario no se pueda acercar. 2. Tengo que seguir los pasos del rey contrario, haciendo los mismos movimientos. 3. Una vez el rey contrario esté en la banda lo encierro y traigo mi rey. 4. Coloco mi dama junto al rey contrario para darle el beso.Si estás intersado en descargar el PDF con el cuento y los ejercicios, sólo tienes que usar el botón. Como todo en Ajedrez a la Escuela, es completamente gratuito ¡Descárgatelo!
Espero que te haya gustado este cuento del mate del beso de la muerte ¿Algo diferente no crees? Bueno, pues ahora simplemente lo tienes que poner en práctica ¡Ah!, se me olvidaba… lo que más les gusta a los niños es cuando lo treatalizo al contárselo. Así que no dudes en ponerte en situación y dar rienda suelta al actor que llevas dentro.
Si te ha gustado, compártelo con tus amigos. Pero sobre todo cuéntanos tus experiencias o mándanos tus cuentos y los publicamos, porque ya sabes, ¡Compartir es crecer!
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