Encuentro Marcos Frechín-Centro Penitenciario de Zuera

Encuentro ajedrecístico entre el club Marcos Frechín y el grupo de ajedrez del Centro Penitenciario de Zuera

El viernes 22 de febrero, se celebró un encuentro ajedrecístico en el módulo sociocultural del Centro Penitenciario de Zuera entre miembros del club Marcos Frechín y el grupo de ajedrez de la institución anfitriona.

Hasta las instalaciones ubicadas a pocos kilómetros de la localidad de Zuera nos desplazamos un grupo de más de 20 representantes del club Marcos Frechín, entre los que había jóvenes jugadores (desde los 10 hasta los 18 años), familiares que los acompañaban y maestros.

Objetivos

Los objetivos eran, por un lado, desmitificar un lugar para la gran mayoría desconocido en el que uno de los pilares importantes que lo sustentan es el conocido como “Tratamiento”. Esta sección del centro es la que se encarga de ofrecer diferentes programas y vías para apartar del mundo del delito a quienes pasan por el sistema, intentando facilitar así una exitosa re-inserción desarrollando sus capacidades sociales y laborales, objetivo principal de las instituciones penitenciarias. Fines del tratamiento penitenciario.

Por otro lado, el objetivo era aportar ese granito de arena al área de tratamiento, acercando un nicho de población que no está presente en el día a día de un centro penitenciario, los niños y las niñas, y formentar así el desarrollo de las capacidades sociales. Y es que no hay alimento que aporte más energía y vitalidad que la presencia de muchachada.

Llegada

A eso de las 17:00h de la tarde pasamos los controles de seguridad, algo muy importante dentro del lugar, y llegamos al módulo sociocultural donde se iba a llevar a cabo el encuentro.

Nos quedamos impresionados de cómo habían preparado la sala de juego, y desde aquí queremos agradecer a los ordenanzas y al educador del módulo, Carlos, que cuidaron todos los detalles para esa tarde tan especial. Los atriles con el número de mesa, dulces para que el cerebro funcionara a pleno rendimiento a medida que pasaba el tiempo, un botellín de agua para combatir la deshidratación, música de fondo y un aprovechamiento excelente del espacio, un diez para la organización.

Ya que la finalidad era el desarrollo de las habilidades sociales de manera significativa, utilizando como vehículo el ajedrez, se decidió que el formato de la competición sería por equipos, formados por componentes de ambas agrupaciones, mezclados. El ritmo fue de 15 minutos más 2 segundos de incremento por cada jugada, un ritmo más rápido no sería aconsejable para jugadores que no estén acostumbrados de antemano y evitaría poder planear estrategias correctamente.

Comienzo

La primera tarea, por tanto, fue hacer los equipos intentando que fueran equilibrados. Con las orientaciones de los responsables de ambas formaciones se hicieron seis equipos de cuatro personas rápidamente. El siguiente trabajo era que cada equipo decidiera su nombre, y de la deliberación surgieron nombres como “Los Rápidos”, “Los Invictos” o “Los Anfibárbaros”.

Las siguientes casi dos horas se invirtieron en disputar 3 rondas en las que se iban rotando los equipos contrincantes y, de manera natural, los equipos se alineaban para enfrentarse jugadores de un club contra los de otro, todos querían tener rivales a los que nunca se habían enfrentado.

 El “minitorneo” discurrió con muy buen ambiente. Además de las habituales fórmulas de respeto y educación, que son inherentes a la práctica del ajedrez, los jugadores mostraron muy buena disposición, jugaron partidas amistosas mientras esperaban a que terminaran sus compañeros o miraron atentos sus partidas, en algunos casos analizaron las posiciones clave que se habían dado durante la partida y todos aceptaron de buen grado el resultado de los encuentros.

El resto disfrutamos de la atmósfera de silencio y concentración que se respiraba en la sala, pudimos ver partidas de todo tipo, trampas en la apertura, finales de peones, algún sacrificio de calidad por posición…

Desenlace

Al acabar la tercera ronda se procedió al saludo protocolario de ambos equipos y… a la sorpresa que nos tenían preparada. Fuimos obsequiados con varios detalles, un vaciabolsillos de cerámica decorado con diferentes tonos para los adultos y carteras de cuero de diferentes formas para los más jóvenes, todos ellos hechos a mano por los internos en los talleres del centro. Y es que otras de las actividades que se realizan en algunos módulos dentro del ámbito del tratamiento son diferentes talleres donde los residentes aprenden cómo trabajar con ciertos materiales para producir auténticas maravillas artísticas que además de para su propia realización, también pueden servir para facilitar la futura inserción social y laboral.

Nos marchamos conversando acerca del rato que acabábamos de pasar y, a mi modo de ver, una de las señales que indicó lo bien que había ido todo fue que nadie preguntó por el resultado, ni por el equipo ganador o la posición final en la tabla.

Días después se pudo constatar, charlando con internos, educadores, maestros y familias, que las sensaciones que se produjeron habían sido muy positivas. El mejor termómetro para hacer una valoración y una evaluación de la actividad es que ya se está buscando fecha para realizar el segundo encuentro, ampliando el horario y otros elementos.

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